Description
This keynote address was presented online by Mixe researcher Yásnaya Elena Aguilar Gil during the First Regional Meeting of the LAC Hub of the FAIR network.
Esta ponencia magistral fue presentada en línea por la investigadora mixe Yásnaya Elena Aguilar Gil durante el Primer Encuentro Regional del LAC Hub de la red FAIR.
Primero, quisiera agradecerles muchísimo la invitación.1 Yo me siento nerviosa y también emocionada por el tipo de encuentro, por sus características. De verdad, me importa mucho, y en un principio me decía: ¿será que lo que les voy a compartir sea de su interés? Esperemos que sí, esperemos que podamos tener un diálogo sobre este cruce entre las nuevas tecnologías, los derechos culturales, lingüísticos, la soberanía tecnológica, los procesos autonómicos y las lenguas indígenas. Hay un cruce ahí bastante interesante, pero también arriesgado. Entonces, yo espero que les parezca interesante y que después podamos intercambiar algunas ideas.
La charla se titula “Lenguas como territorios cognitivos y nuevas tecnologías”. Quisiera poner antes en contexto, una de las cosas en las que me he involucrado ha sido en la diversidad lingüística, la lucha por los derechos lingüísticos, lo ya conocido. Pero en ese camino nos fuimos encontrando con un proceso que tenía que ver con cómo este tema también se estaba reflejando en las plataformas digitales. Tanto en internet, en las redes sociales, pero también en otro tipo de desarrollo, de apps y de software. Nos empezamos a dar cuenta de que había cada vez más personas de pueblos indígenas que estaban trabajando en esto y empezamos ahí un proceso. Pero hay muchas cosas que me inquietan sobre ese proceso y que me hacen plantear varios asuntos, tanto éticos como filosóficos, y también de tipo lingüístico. Esa es un poco mi experiencia con este tipo de procesos.
Voy a empezar dando un breve contexto para que todas partamos del mismo piso sobre diversidad lingüística actual y lenguas indígenas. Es decir, ¿de qué hablamos cuando hablamos de lenguas indígenas? Lamentablemente, por las políticas públicas y por una serie de cuestiones políticas y sociales, es muy común que no sepamos sobre la existencia de las lenguas distintas a las que utilizan los Estados. Yo misma me enteré ya bastante grande de que en Francia, antes del establecimiento del francés, se hablaban más de 10 lenguas. Son cosas que nunca pensaríamos, que en esa Francia europea, continental, en un Estado tan ejemplar de la construcción de un Estado en Occidente, no se hablara de esa diversidad. Entonces hay una especie de censura sistemática que hace que, por ejemplo, en México, suceda algo que no me parece nada lógico ni común, el hecho de que las personas en promedio no sepan cuántas lenguas se hablan en su país.2 Ese sería un dato básico, pero hay una especie de censura muy estructural. Por esa razón es que necesitamos este contexto. De ser una información compartida, no lo necesitaríamos y podríamos irnos directamente a otro punto. Trataré de ser breve para que podamos ir a las otras reflexiones.
Figura 1
Mapa “Idiomas del Mundo”3
En general tenemos un contexto en el que las lenguas indígenas en el mundo se encuentran dentro de una diversidad lingüística bastante grande. Este mapa (Figura 1) es un mapa bastante conocido de Ethnologue, que es un catálogo de lenguas en el mundo. Y hay una cosa muy interesante y es que aun cuando la humanidad comparte muchas características en cuanto a sus sistemas de comunicación, también hay una gran diversidad. Hay una diversidad alucinante de lenguas, no es que sólo haya una lengua para toda la humanidad. Siempre es interesante saber por qué fue así, porque hay tantas. Claro, esto ha ido cambiando, y su distribución ha sido afectada por muchas razones, ya que es algo que acompaña profundamente a la humanidad, pero actualmente existen entre 6500 y 7000 lenguas en el mundo. Contar el número de lenguas no es una tarea muy fácil. Si me vuelven a invitar, luego les digo por qué exactamente contar lenguas y saber exactamente cuántas hay, aunque lo parezca, no es nada fácil. Por esto decimos que son entre 6500 y 7000 lenguas en el mundo. Hay gente que dice que son diez mil y gente que dice que son seis mil, pero ese es más o menos el rango. Y actualmente, estas lenguas están distribuidas en el mundo así, como se ve en el mapa (Figura 1).
A mí me gusta mucho este mapa porque muestra cómo en la actualidad —no siempre fue así— los países del Norte Global tienen poca diversidad. Como podemos ver, la diversidad lingüística se está concentrando hacia el Ecuador. Si pensamos en el planeta como una esfera, yo siempre digo que está en su pancita, en medio de su pancita. Lo pueden ver, más o menos esta línea que recorre ahorita desde Oaxaca, Mesoamérica, hacia el área donde estoy, que se ve súper roja, nos vamos hacia África y luego Oceanía y es como una franja donde está gran parte de esa diversidad. También hay una relación que siempre repito y que espero algún día poder hacer una tesis de doctorado, si la vida me da, sobre si es una relación causal o no, o por qué los lugares del mundo con mayor diversidad de lenguas también tienen mayor diversidad de especies biológicas. Eso es increíble. Es decir, en la lista de países con más diversidad o más número de lenguas, también hay mucha diversidad de especies biológicas. ¿Es una relación causal o no? No lo sé, pero existe, o sea el dato está ahí. Y también en esta época del capitalismo tardío, no sorprende entonces que también las especies biológicas, junto con la diversidad lingüística, estén tan amenazadas.
Entonces estos son esos países y esa es la distribución de las lenguas del mundo en la actualidad. Sin embargo, empezó a suceder algo, que tiene que ver con la construcción de los Estados, que en los últimos 300 años cambió la proporción de hablantes. Antes era muy normal tener en un solo imperio mucha diversidad de lenguas y muchas lenguas que ahora consideramos indígenas tenían muchísimos hablantes. Esa proporción se ha visto modificada de tal manera que ahora el noventa y seis por ciento de la población mundial habla el cuatro por ciento de las lenguas del mundo, mientras que el cuatro por ciento de la población del mundo habla el 96 por ciento de las lenguas del mundo. ¿Esto qué significa? Esto va a tener consecuencias políticas y sociales. En general, esas poblaciones han sido minorizadas. No eran minoritarias, sino que han sido minorizadas, y por lo tanto van a estar encapsuladas dentro de otras estructuras sociopolíticas y luego van a tener poco poder de libre determinación y de autonomía. No van a tener un poder político para tomar determinación sobre sus territorios, sobre sus políticas sociales, educativas, etcétera. Esta proporción actual no es la proporción que siempre había habido. Por lo tanto, hay que decir que la diversidad lingüística está depositada en la población que ha estado siendo oprimida sistemáticamente. No es al revés. No es que los países ricos sean ricos en diversidad lingüística, está sucediendo lo contrario.
Pero insisto, esa proporción no siempre fue así. Hubo una coacción muy clara para que esta sea hoy sea la proporción. Y esto ha llevado a una situación en la que, según un catálogo, ustedes lo pueden buscar en Internet, está en inglés, se llama “Endangered Languages Catalog”, de la Universidad de Hawaii, que es una especie de observatorio, cada tres meses muere una lengua en el mundo. Y parece que eso se está incrementando, ese dato es de 2014, si no me equivoco, la tasa está por actualizarse. Lo que sí sabemos es que eso se está perdiendo muy rápidamente. Y bueno, esto sí ya es casi un lugar común: en menos de cien años, aún en este siglo, la mitad de las lenguas del mundo habrá desaparecido. Es un lingüicidio que nunca había sucedido con anterioridad. Y esto mucha gente lo atañe a la globalización. Y ahí es donde las tecnologías digitales, las redes sociales y todo esto, esto que nos permite estar hablando ahorita, se ve como una amenaza. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo. No creo que sólo sea la misma existencia de estas nuevas tecnologías, sino más bien que eso tiene que ver con otro tipo de procesos a los que me voy a referir más adelante.
Ya vimos aquí qué bonita diversidad. Hay un montón de lenguas. Todas son iguales científicamente hablando, pues todas tienen componentes sintácticos, fonológicos, igual de complejos. Todas las lenguas. No le falta nada a ninguna. Todas tienen lo que un sistema de comunicación humano debe tener, que ha tenido siempre. Fonologías complejas y completas, sistemas sintácticos, semánticos, léxicos. Todas son iguales, comparativamente hablando. Tendrán diferencias en cuanto a que en cada lengua dices una cosa de una manera, pero todas tienen palabras y todas sirven igual para la comunicación. Es decir, no hay una lengua que sea mejor para comunicar que otra. El hecho de que una lengua se elija como lengua franca o lengua vehicular, que comunica diferentes lenguas, es un asunto más bien social, por eso va cambiando. Antes fue el latín, luego fue el francés, ahora es el inglés y el chino mandarín ya viene pronto. Pero eso no tiene nada que ver con su complejidad, no hay lenguas más útiles a la comunicación que otras. Nos tocan las que nos tocan, una o dos o tres, por razones geográficas, sociales.
De toda esta gran diversidad, algunas lenguas han sido catalogadas como lenguas indígenas y otras no. La gran pregunta es: ¿qué hace que una lengua sea indígena y otra no? Esto parece una pregunta muy obvia, pero no lo es en absoluto, como lo vamos a ver. Por ejemplo, hay una lengua indígena que se llama sami, que se habla en Noruega, en Rusia, en Suecia y en Finlandia. Y esta lengua es hermana de la lengua que se habla en Finlandia, o sea, del finlandés o finés. Lo que a mí me impresionó mucho es que son lenguas hermanas, muy cercanas, como el español y el italiano, pero el sami es considerado una lengua indígena y el finlandés, no. Entonces mi pregunta era, si vienen de una misma raíz, ¿por qué una es lengua indígena y la otra no? Es como si la hermana de mi lengua materna mixe, que es el soke, fuera catalogada como no indígena y el mixe, sí. Entonces mi pregunta era ¿por qué? Una posibilidad tiene que ver con una solución aparentemente fácil, que sea por el número de hablantes, ¿no? Y bueno, no necesariamente. No hay hablantes vivos de latín. El latín que conocemos, ese que escuchamos en las misas, bueno, quienes hayan escuchado misa, o ese que hablaba Séneca, ya nadie lo habla. Ya nadie lo ha adquirido. Una lengua viva es aquella que está siendo adquirida por la población infantil y hoy nadie lo está haciendo, nadie está adquiriendo el latín como primera lengua, como lengua materna, por lo que esa es una lengua muerta. Tiene un número de hablantes no orgánicos y no por eso es una lengua indígena, y no por eso sufre discriminación. Es decir, yo puedo sacar en un cajero en el Vaticano, un cajero que me va a dar el servicio en latín, pero en mixe, que sí, es una lengua viva, no. Así es que eso tiene que ver con otras situaciones. El caso del danés también o del yoruba, que es una lengua indígena que se habla en el centro de África. El yoruba tiene cuatro veces más hablantes que el danés, el danés tiene muy poquito en comparación, pero el danés no es una lengua indígena y el yoruba sí. Yoruba está perdiendo hablantes, los derechos lingüísticos de sus hablantes están siendo amenazados, pero el danés, no. Tampoco hay un desprecio interiorizado. No hay familias danesas que digan “por fin aprendí inglés, debo olvidar esta horrible lengua que es el danés”. Eso no sucede. ¿Por qué con las lenguas indígenas sí? Muchas tenemos más hablantes que el danés o el sueco o el noruego, por ejemplo. Si no tiene que ver con el número de hablantes, ¿qué es lo que hace que una lengua indígena o no? Y por lo tanto, que pueda tener una representación en internet, por ejemplo, distinta a otras.
Vamos a hacer una pequeña trampa y pensar que una lengua indígena es la que habla un pueblo indígena, parece obvio ¿no? Pero la pregunta sigue ahí, ¿qué hace que un pueblo sea indígena y otro no? ¿Qué hace que el pueblo yoruba sea un pueblo indígena pero el pueblo danés, no? O que los finlandeses no sean indígenas, pero los sami sí, aunque hablan lenguas muy semejantes. En este continente, claro, eso está muy relacionado con la historia colonial. Y con la racialización de lo indígena. Sabemos que las razas biológicamente no existen, que hay un proceso de racionalización, es decir, de creer que cierto segmento de la población es una raza. Esa es la racialización con base en ciertas características. Bueno, para la nación sami, toda esa racialización del color de la piel choca un poco, porque la nación es un pueblo indígena, pero todo lo que entendemos sobre el color de la piel es muy diferente. Son personas muy, muy blancas, pero son indígenas. Entonces la pregunta otra vez es qué compartimos. ¿Yo qué comparto con mujeres sami? En la Figura 2 están en una manifestación en una ciudad de Noruega porque están luchando también por su territorio.
Figura 2
Samis protestando.
Yo no conozco la nieve, nunca he visto la nieve en mi vida, pero este pueblo vive en medio de la nieve. Empecé a sentir entonces que, culturalmente, yo tengo más en común con una persona no indígena del Valle de Oaxaca que con los sami, que son indígenas. Así que no es un asunto, o una categoría, cultural. ¿Y qué tenía que ver con la nación mixe? Nos encanta el basquetbol, en la sierra. ¿Y qué tenía que ver aun así con la nación Ainu? Esta es una foto de los ainu, que son un pueblo indígena en Japón. (Figura 3)
Figura 3
Pueblo ainu protesta en Japón.
Aquí están en una manifestación que dice “We want the indigenous rights”. Y hay pueblos y naciones indígenas en China, en Estados Unidos, en Brasil, por supuesto. En Argentina también, en Chile también. Hay pueblos indígenas en todo el mundo. Mi pregunta es, ¿qué lo sostiene? ¿Por qué una persona mapuche en Chile, una persona ainu en Japón, una persona sami en Noruega y yo, en Oaxaca, somos indígenas? ¿Qué nos une?
Para mí es un asunto que tiene que ver más bien con un tema político. Lo que compartimos son dos características. Somos pueblos que sufrieron un tipo de colonialismo antes de que se formaran los países. Pero no sólo eso, porque en África hay pueblos que sufrieron colonialismo europeo, pero que al convertirse en países dejaron de ser considerados indígenas. Así que también hay que cumplir con el siguiente requisito: ser pueblos que no conformaron un estado nación y quedaron encapsulados dentro de alguno. Y eso es muy, muy importante. El hecho de que el mundo esté dividido en un poco más de doscientos países en la actualidad, de que haya doscientas fronteras, doscientas banderas, doscientos himnos, es algo muy, muy nuevo en la humanidad. El hecho de que yo necesite un pasaporte no tiene ni 300 años, eso es muy poquito en la historia de la humanidad. Y estas entidades que se llaman países no se hicieron con base en fronteras culturales, sino por asuntos de poder. Y controlaron muy bien ciertas fronteras y crearon discursos, como si ser mexicano, por ejemplo, fuera una categoría cultural. Y tampoco lo es. Es un estatus legal, significa que tú estás regido bajo este conjunto de leyes. Eso es lo único que compartimos todas las personas mexicanas. Entonces, al crear eso, había algo que les estorbaba. No bastaba con decir pues está la ley porque sí, sino que tenían que decir qué tenemos un pasado común, una lengua común, un todo en común. Y entonces empezaron a combatir cualquier otra identidad que no fuera la que promovía el Estado. Así que eso es lo que compartimos los pueblos indígenas. Por eso, como no hay un país sami, como no se conformó un Estado, el pueblo sami es un pueblo indígena. Finlandia no, porque sí lo conformó. Los yoruba podrán ser muchísimos, pero como de sus territorios quedaron desplazados en varios países, entonces son un pueblo indígena. Los daneses de Dinamarca, no. ¿Por qué? Porque por muy pequeños y poquitos que sean, hicieron su país aparte, independientes. Entonces es un asunto de poder. Por lo tanto, una lengua indígena es una categoría política. Es decir, son las lenguas que hablan estos pueblos que no tienen un Estado independiente.
Por esta razón, yo me peleo mucho con el hecho de que lo indígena se vea como algo esencial. O sea, yo esencialmente no soy indígena, estoy en esa condición política. Entonces, como dice el historiador Sebastian van Doesburg, si arbitrariamente fijamos el comienzo de los pueblos mesoamericanos con la domesticación del maíz, llevaríamos unos 9000 años siendo zapotecos, de los cuales 500, indios, y 200, indígenas, porque eso es lo que se empezó a usar con el establecimiento del Estado. Entonces, es una condición histórica y eso nos permite pensar en un futuro donde podamos seguir siendo mixes sin ser indígenas, que haya desaparecido esa categoría que viene de una opresión. Por lo tanto, esa es una categoría muy política. Son lenguas que hablan pueblos o naciones que no formaron Estados, que no son utilizadas ni reivindicadas por un Estado. El finlandés, sí, el finés, lo usa el estado de Finlandia para la educación, para todo. Pero el sami no, los niños y las niñas sami tuvieron que ir a escuelas para que obligadamente aprendieran un noruego, finés o sueco y les negaron hablar su lengua. Lo que esos estados han hecho es que si tú no hablas la lengua del Estado, te vamos a hacer todo para que te olvides de tu lengua, violando tus derechos humanos y tus derechos lingüísticos. Parafraseando al lingüista alemán Max Weinreich, esas son lenguas sin ejército ni marina, es lo único que compartimos.
En el caso de México, son lenguas que descienden de las que se hablaban cuando llegó Cortés y que han sido discriminadas y combatidas activamente por el Estado. Esa es una característica muy interesante. Y bueno, no es casual que esto suceda después de la conformación de los Estados-nación. Si pensamos que hay seis mil quinientas lenguas en el mundo y sólo doscientos países, y cada país eligió una lengua, eso quiere decir que hay seis mil trescientas lenguas que están siendo combatidas por el Estado y que sólo doscientas se usan desde el poder. Y no sólo es que hayan elegido una para usar el poder, sino que además les molesta que existan más. Eso es bien interesante: el modelo de país está bien obsesionado con el monolingüismo. Les encanta eso. La premisa de los países es el monolingüismo. Y esto se está empezando a reflejar también en las plataformas digitales. Además, en este continente en el que estoy, la mayoría de los Estados, de los países, eligieron sólo una lengua. Y ni siquiera son doscientas, ya que no es que cada uno haya elegido a uno más, en Perú, el quechua, en México, el náhuatl, y en Guatemala, el kaqchikel. No. La mayoría decidió elegir el español, así que ya son menos. Así que, por ejemplo, en México, hay una monolingüización progresiva y diseñada. Aquí tenemos un mapa del monolingüismo en México (Figura 4) que está elaborado por Julio César Gallardo, del colectivo al que pertenezco, COLMIX.
Figura 4
El monolingüismo en México
Entre más claro es el color, menos monolingüismo hay. Como podemos ver, son los pueblos indígenas los que tienen a México no tan mal en la lista del multilingüismo. Pero en realidad la mayoría de la población es monolingüe, porque la existencia de la enseñanza del inglés también es un fracaso. Puedes pasarte doce años en la escuela básica con clases de inglés y no aprender y claramente el problema no es de los estudiantes. Son demasiadas horas estudiando inglés sin que podamos aprenderlo, hay un problema en su didáctica estructuralmente. Entonces, tampoco el inglés. Así que de ser un territorio rico, con sociedades multilingües, como se ha visto que había, México está pasando a ser monolingüe, con muchas consecuencias. Porque además cognitivamente hay muchas ventajas de ser bilingüe o trilingüe. Es algo que es natural en las sociedades, el cerebro humano no dice “oye, ¿quieres aprender este inglés? Desinstala tu mixe, que ocupa espacio en tu cerebro”. Se crea una falsa disyuntiva entre el inglés y las lenguas indígenas. El cerebro no es así. El cerebro dice: “pues las que quieras”. De hecho, hay un límite, en realidad por memoria, no por capacidad. Por eso hay personas que hablan muchas lenguas. El cerebro humano lo puede hacer, nada lo imposibilita.
Así es que se ha creado ese monolingüismo y estamos viendo todos los problemas de eso. En 1820, después de 300 años de colonialismo europeo, el 70 por ciento de la población hablaba una lengua indígena, el 70 por ciento en este territorio. Una sociedad bastante multilingüe, en donde el náhuatl, sobre todo, era la lengua franca. Pero las lenguas francas no han atentado en contra las demás, no es el hecho que el inglés sea la lengua que comunique con mucha gente lo que automáticamente hace que las otras lenguas desaparezcan. El latín jamás atentó contra las demás. Nunca vimos tanta muerte de lenguas porque el latín fuera la lengua franca, ni por el francés o por el hecho de que el náhuatl fuera la lengua franca en este territorio, eso no implicó la muerte de las otras. Por eso no creo que sea por la globalización. Las personas en Dinamarca aprenden danés y también aprenden inglés, sin ningún problema. Podríamos perfectamente hablar de mixe y zapoteco y español e inglés.
Como vemos, el Estado se empeñó sobre todo mediante políticas contra la población infantil. Y yo creo que sí es muy importante decirlo, fueron casos de tortura física. Todavía en 2015 hubo reportes de una escuela en Oaxaca donde a los niños los mandaban a limpiar las letrinas cada vez que hablaban en su lengua. Y con una serie de otros castigos en los que no me voy a detener acá, pero que violaron los derechos humanos, de la población infantil sobre todo, pero de muchas personas. Y eso sigue pasando.
Entonces en 200 años sucedió esto: en 1820, tenemos el 70% de la población que habla una lengua indígena y en el 2020, el 6.1%. El descenso de 2010 a 2020 fue dramático. De verdad que ni quería ver los resultados del Censo 2020. Estaba muy temerosa porque yo sabía que algo estaba pasando, pero fue catastrófico. Fue muchísimo más de lo que estábamos calculando que iba a suceder. Hubo lenguas que perdieron en diez años el 20% de su población hablante y una muy cercana al 30% también. Esa es la situación en la actualidad.
Pensando que las lenguas son territorios cognitivos, aquí quisiera decir algo que parece provocador, pero es para poder dar pie a otro tipo de reflexión. La provocación es decir que la lengua no es cultura. Me vas a decir, ¿cómo que la lengua no es cultura? Sí, la lengua es algo de toda cultura. El problema es que en español, en inglés no, pero en español, la palabra cultura tiene dos significados grandes. Una es una definición antropológica, en donde todo es cultura. El hecho de decir que hay elecciones democráticas y que hay un Instituto Nacional Electoral, eso sería cultura política. La cultura occidental en un sentido antropológico. Sin embargo, también en México, en español, hay una definición de cultura como manifestación estética o artística. Entonces tenemos ministerios de cultura o secretarías de cultura. La provocación de que la lengua no es cultura va en el sentido de que la lengua no es un rasgo artístico. No debería estar en los ministerios de cultura. ¿Por qué? Porque la lengua, a diferencia de la danza, por ejemplo, o de la música de los pueblos indígenas, no es un evento. No quiere decir que no son importantes, las danzas son fundamentales, la música también. Pero no todo el tiempo estamos danzando. La danza tradicional tiene un momento en que sucede. La música, la podemos escuchar o ejecutar, tiene su momento. La comida también, hay un momento para comer. También los textiles, hay un momento para hacerlos. Pero la lengua no, no es “ya, tuve mi evento lingüístico y ya”. No. La lengua nos atraviesa totalmente, nos atraviesa desde que amanecemos y pensamos “híjole, ya se me hizo tarde, no debí apagar ese despertador”. Eso sucede en una lengua. Después vengo y doy esta charla y en esa charla estoy usando una lengua. Y el hecho de que estoy usando español y no náhuatl tiene un trasfondo político. Pudo haber sido que ahorita estuviéramos hablando en náhuatl, y el hecho de que hablemos en español y no en náhuatl o en mixe tiene consecuencias y tiene una explicación. Y aún más, yo puedo pelearme con mi novio, regañar a mi gato y voy a usar una lengua. Puedo callarme y estar pensando “qué aburrida presentación” y lo voy a hacer en una lengua, mi pensamiento lo va a vincular a una lengua. Puedo incluso no estar hablando y la lengua está presente. Es más, puede incluso ser un fenómeno involuntario. Podría dormir y soñar y voy a soñar en una lengua, las personas de mis sueños van a estar hablando en cierta lengua. Y eso quiere decir que, incluso más allá de mi voluntad, lo lingüístico empapa todo. No sólo es un instrumento de comunicación, sino de pensar, o sea, de ser humanidad. El racismo, claro, hace que despreciemos nuestros textiles, nuestras danzas, nuestro ser, eso se desprecia, se ve racializado, se ve mal. Pero en la lengua nos estamos metiendo con el instrumento cognitivo con el que estamos construyendo las sociedades en las que estamos. Y también el pensamiento. La lengua es un vehículo también para aprender del mundo. Cuando a mí me enseñen por fin a programar un código de programación, la persona que va a estar hablando ahí lo va a hacer en una lengua. No hay manera de escapar a lo lingüístico, nos hace profundamente humanas, nos atraviesa.
Por lo tanto, despojar violentamente de ese instrumento de pensamiento es algo muy violento. Es como si cada vez que quisieras expresar un pensamiento en tu lengua, yo te golpeara, eso es lo que sucedió con la población infantil. Y además, quisiera que te expresaras en una lengua en la que apenas estás aprendiendo. En esos procesos de desplazamiento hay problemas cognitivos serios. Porque no puedes expresarte con todos los mecanismos léxicos, semánticos, cognitivos en tu lengua, pero tampoco has alcanzado a agarrar las de la lengua que te están imponiendo.
Entonces hay una relación muy fuerte entre la autonomía, el territorio y la lengua. El sistema educativo que está en español, el sistema judicial también. Hay un montón de personas en la cárcel que no se han enterado de qué van sus juicios porque no tienen intérpretes. Hay amigas mías que han sufrido en los hospitales violencia obstétrica de la peor, porque no hablan su lengua y no les facilitan un intérprete. Y ahí se te va la vida. En el judicial se te puede ir la libertad. En todas las áreas, están empujando a que no podamos vehicular nuestro pensamiento ni nuestra comunicación en nuestras lenguas. Entonces, entre mayor autonomía hay para un pueblo indígena, mayores posibilidades hay de que pueda fortalecer su lengua. Lamentablemente, la respuesta del gobierno actual en México es terrible al respecto, no hay mucho cambio. Hay un recorte presupuestal terrible en el área. O sea, del Estado al parecer no va a venir la solución, va a seguir con esta inercia, aunque ha cambiado en el discurso.
Territorios cognitivos despojados
Por lo tanto, estamos hablando de territorios cognitivos despojados. La violación sistemática de los derechos lingüísticos es el despojo de un territorio cognitivo. Nuestras visiones de la naturaleza ante el cambio climático, por ejemplo, nuestras maneras de clasificar las especies que están en esos ecosistemas, nuestra relación con los bienes naturales como el agua, etcétera, están atravesados por cómo los categorizamos en nuestra lengua. No es que se nos despoje solo de un aspecto, un rasgo de nuestra cultura. No, la lengua vehicula todo eso. A diferencia de las danzas, de la música, la lengua no necesita un espacio para para ocurrir. Más bien, hace que ocurra todo lo demás. ¿Cómo puedo pensar mi territorio, cómo puedo, o lo que sea, sin lengua? Es que simplemente dejas de ser se ser parte de la humanidad, de la sociedad en la que eres. Pensarse sin lengua es muy difícil.
¿Cómo podemos disociar la innovación tecnológica del capitalismo?
Compartimos una visión amplia de la tecnología. Esto viene de una tradición muy occidental, en donde se separó la naturaleza de la humanidad, es una vieja discusión en Occidente. Siempre se dice: “¿eso nació o se hizo?” Lo que nace es de la naturaleza, lo que ya viene ahí. Y lo que se hizo, es la sociedad, la humanidad. Y entonces hay una diferencia entre lo silvestre y lo natural y la civilización y lo humano. Y esta división no funciona para nada en muchos pueblos indígenas, no funciona para todas las naciones del mundo. Es obvio que eso es muy occidental. Cuando tú ya separaste a la naturaleza de la humanidad, ya no te sientes o te concibes como un mamífero más, o unas mamíferas más, del ecosistema en el que estés, entonces ya puedes explotar la naturaleza. ¿Y cómo la vas a explotar? Pues con técnica. La voy a explotar con técnica, la tecnología va a estar al servicio de eso, y vamos “Wow, la humanidad es tan inventiva, tiene tanta técnica”, y por lo tanto todas esas herramientas son tecnología.
Sin embargo, para otras culturas la tecnología va a ser mucho más compleja. Esta relación no va con su ambiente. Va a estar mucho más alineada con la diversidad. Por ejemplo, en la tradición de pensamiento mixe, la milpa, que es un sistema cultivo bien complejo, que tiene un montón de desarrollos adaptativos de miles de años, es un tipo de tecnología. Pero sobre todo en la actualidad se ha hecho casi un sinónimo de hablar de tecnología y capitalismo. La tecnología además es algo muy celebratorio, a mí también me gusta mucho, la innovación, la creación, que media entre las sociedades y también entre nuestros entornos. Pero esa fascinación por crear y pensar e innovar de la humanidad fue capturada por el capitalismo. Entonces, de la tecnología de la que se habla generalmente, yo siempre digo “ah, no, esa es la tecnología capitalista”.
Pero existe tecnología fuera, por lo menos en las periferias del capitalismo. Si aceptamos que no hay vida fuera del capitalismo, podemos aceptar que por lo menos hay espacios periféricos, como varios teóricos han planteado. Por lo tanto, ¿cómo podemos disociar la creación tecnológica, la innovación tecnológica, del capitalismo?
Primero, se plantea como si antes del capitalismo y de la revolución industrial no hubiera tecnología, cuando sabemos que en todo el devenir de la humanidad siempre ha estado ahí. La escritura es una tecnología, el sistema milpa es una tecnología, siempre ha habido tecnología. Ahora, el último desarrollo tecnológico, desde la revolución industrial, que se está acabando el planeta, ha configurado una tecnología que ha sido funcional para poner a la humanidad en esta crisis en la que estamos con el cambio climático. Además, estos equipos que tenemos acá necesitan de insumos naturales, necesitan petróleo, plástico, tienen adentro minerales que están siendo extraídos de ciertos territorios. Entonces no podemos disociar ese desarrollo o no podemos hablar de la tecnología sin los sustentos, sin el hardware. Y el hardware viene de algún lado. Por más que algo sea wireless, y por más que hoy día parezca que hay algo en el aire, que es el wifi, que posibilita que hablemos, eso no es verdad. Hay unos servidores que tiene Zoom y que seguramente necesitan enfriarse, y para eso necesitan energía, y esa energía va a salir de algún lado, y necesitan cables. Todo esto del wireless es como una pantalla que está ahí, pero que sí está sustentado en cosas tangibles. Y esas cosas tangibles están siendo extraídas de cierto territorio, afectando la vida de ciertas personas, y además explotando cierto tipo de cuerpos.
Entonces, al recordarlo todo el tiempo, podemos empezar a decir si es posible plantear otro tipo de tecnología y cómo podemos hacer para que sea más justa. Cuando hablamos de esta relación, casi siempre en la contra-argumentación, la gente sale con una falacia, que yo le llamo la falacia ad iPhone. Así como hay ad hominem, esa es la ad iPhone, porque siempre te terminan diciendo “sin el capitalismo y esta tecnología, tú no tendrías un iPhone y no estarías ahí discutiendo desde fuera”. Bueno, yo no tengo un iPhone, pero para el caso es lo mismo.
Conocimientos comunales
Lo que se ha visto es que esta natural curiosidad e impulso de innovación que hay en la humanidad, que es la tecnología, que media, que desarrolla instrumentos y que crea y media la relación entre los ambientes, los ecosistemas, las personas y las sociedades, está siendo privatizada. Se volvió mercancía. La milpa, que es una tecnología que les digo que tiene un montón de de cosas desde hardware, es decir, tiene una serie de elementos que puedes tocar, también tiene una serie de conocimientos tecnológicos, técnicas de cómo implementarlos para tener milpa, y que se opone a la lógica del monocultivo. Existe esta manera de relacionarse con el territorio a través de la milpa que no es de nadie. No tengo que pagarle una patente a quien haya inventado la milpa para que me deje usarla. Es decir, hay un montón de desarrollo tecnológico en muchos pueblos y en muchas tradiciones que no se han vuelto mercancía. No tienen patentes, nadie me va a decir que soy una pirata, se entiende que es un conocimiento comunal.
Y en realidad, si nos acercamos un poco, la tecnología capitalista también lo es. Cuando alguien me dice “bueno, pues ustedes serán muy pueblos indígenas, pero no han podido desarrollar un iPhone”, yo les digo, claro que yo reclamo, nada más que para que alguien desarrollara un iPhone, llegamos a ese punto, o para que tuviéramos un iPhone, o cualquier tipo de avance tecnológico, el que quieran, hubo gente que pudo dedicarse a pensar y para eso esclavizó a otra. Y hubo un montón de personas que les estaban cocinando y éramos mujeres, Y hubo un montón de territorios devastados que resulta que eran los nuestros. Entonces, las ganancias las estás privatizando, pero yo puse también, yo puse ahí mi trabajo. Mucha de la tecnología no se pudo haber desarrollado sin la esclavitud, sin los sistemas esclavistas. Yo también tengo derechos, nada más que todas las ganancias te las estás quedando tú. Y las desventajas y las pérdidas, las estoy sufriendo yo, sobre los cuerpos y sobre los territorios. Así, yo siento que también invertí en eso, pero más bien las ganancias se las lleva alguien más. Y eso sabemos también sobre la participación de las mujeres. Para que los hombres se pusieran a hacer sus innovaciones tecnológicas, se usó el tiempo y el esfuerzo de nosotras. Por lo tanto, también tenemos mérito en eso.
Al hacer esto, también la tecnología ha contribuido a ver la naturaleza como un otro que puedes explotar y convertir en mercancía. Ahí es cuando esa tecnología se vuelve un poco malvada o juega en contra del planeta. ¿Qué sucede en esos otros principios tecnológicos de pueblos indígenas o de tradiciones que no son capitalistas, o que o que plantean otro tipo de alternativas? Primero es que naturaleza y humanidad no pueden ser separados. Por eso mucha gente ve como pensamiento primitivo el hecho de que pidamos permiso a la tierra para sembrar, por ejemplo. Pero nosotros decimos “no, no podemos separar la tecnología milpa del ritual”. De pronto, tenemos cierta experiencia. La mayor parte de las reservas naturales en el mundo están en manos de pueblos indígenas. Sospechamos que tenemos algo que decir al respecto para posibilitar la vida. Y la emergencia climática ya nos está trayendo mucha muerte.
Entonces la pregunta es ¿para qué necesitamos progreso tecnológico? ¿Necesitamos progreso o podríamos adaptar la tecnología a otra idea, que es el buen vivir? Esa idea está en muchas lenguas, hay diferentes maneras de llamarlo. Está el Sumak Kawsay, está el Sumaq Qamaña, hay muchas maneras en muchas lenguas de decir “vivir bien”. La idea de progreso nos está llevando a un punto en el que estamos, no nos está llevando un buen vivir si se plantea que vamos a tener una catástrofe climática. Entonces, ¿para qué necesitamos el progreso?
Hay gente que me dice “bueno, es que tú quieres en un mundo primitivo sin celulares”. Y yo contesto “no, no es que yo quiera eso, lo que quisiera es nada más que los celulares no respondieron a la lógica del mercado”. Si necesito un celular para hablar con mi abuela, que está muy lejos y está enferma, muy bien. Pero que no tenga que cambiarlo cada vez que el mercado me diga, a cada año tener un nuevo teléfono, el más actualizado, etcétera. Eso son cosas distintas. A eso se ponen las tecnologías de la diversidad, luego con más tiempo hablaré. Un ejemplo es el sistema milpa, pero hay muchos ejemplos de esa tecnología de la diversidad, que responden a darte una mejor calidad de vida. Porque la tecnología actual, aunque te diga que te va a dar una mejor calidad de vida, lo que te está dando es una emergencia climática. Yo quisiera ver entonces cómo es posible que estas tecnologías que vienen de la tradición capitalista puedan ser hackeadas, y creo que gran parte del trabajo que hacen ustedes va hacia allá, que puedan ser hackeadas, replanteadas, hasta encontrarnos con una idea que es el tequio. Seguramente muchas de ustedes lo conocen, tal vez algunas no, pero tiene que ver con una institución social de colaboración, que yo llamo reciprocidad. No es que los pueblos indígenas seamos bien buena onda y muy buena gente, no es un asunto moral, en el que todos nos ayudemos, porque vivimos en un mundo ideal, en donde nos agarramos de la mano y decimos “sí”. No, tiene que ver con un asunto de una conciencia profunda de que mi bien individual depende de un bien colectivo, hasta podríamos decir que es conveniente, si lo quieren ver así. Esta reciprocidad se da entre familias, se llama también mano vuelta o tunjënpet. Si tú vas a hacer una boda, pues yo te voy a poner cinco litros de mezcal, supongamos. Y cuando yo vaya a tener una fiesta, te voy a avisar con tiempo para que después tú me des a mí. Esto aplicado a muchísimas cosas, de verdad, incluso a la economía. En el mercado hay un sistema que cada vez más se está perdiendo, pero ahí está. Y la reciprocidad colectiva, si tenemos un problema, si se desgajó el cerro, vamos todos a resolverlo. Si tenemos un deseo, una fiesta, es un deseo colectivo. Eso se hace y está muy institucionalizado, esta tarea de trabajar juntos gratuitamente para un bien común. Y en diferentes pueblos recibe diferentes nombres: minga, lumbung, kol, tequio, kumunytunk, paina, faena. Es decir, no es algo periférico ni menor. Entonces, uniendo tecnología con la palabra tequio, que es colaborativa, inventé este neologismo que es la tequiología. Una tecnología desde la reciprocidad, que no esté bajo los intereses del capitalismo, un desarrollo tecnológico colaborativo. El software libre es lo más cercano a este tequio que ya conocemos en nuestras comunidades. No es igual, pero es lo más cercano. Las tecnologías de código abierto, la milpa sería una, las podemos ir mejorando. Entonces, ¿qué hubiera sido del desarrollo, de la innovación tecnológica, de no haberse atravesado el capitalismo, ni las patentes, ni los códigos cerrados? Seguramente tendríamos más avances, si lo queremos ver desde ese punto de vista. No es que el capitalismo haya hecho que la tecnología haya avanzado, para mí incluso la retrasó, porque no puedo entrar a mejorar un código, no puedo entrar a hacerlo si no me permiten participar de ello. Así podríamos pensar en tecnologías contra-capitalistas, en las que las tequiologías tengan un lugar.
Y las lenguas indígenas se encuentran en esta situación, en donde lo que hemos hecho por la tecnología en los pueblos indígenas es dar nuestros recursos naturales. Meten minería en nuestros territorios, explotan nuestros cuerpos históricamente. Hay crónicas desde el siglo XVI sobre trabajo forzado en minería. Hemos participado de eso, pero ahora nos dicen que no tenemos ningún crédito en ello.
Ahora nos acercan un poco, muchas veces como diciendo “pobrecitos, no han tenido tanto acceso a la tecnología y ahora les vamos a enseñar”. Es una visión muy estrecha de la tecnología. Pero bueno, ahí estamos y es verdad que tampoco tenemos muchas opciones. Entonces, ¿cómo hacemos para utilizar esas plataformas para ayudar un poco a nuestras propias resistencias en lo que creamos un mundo post capitalista tequiológico? Mientras, necesitamos interactuar, claro.
Acá les enseño cómo se construyen las casas en donde se hace colectivamente. A cada uno, en una unidad familiar, colectivamente se le construyó una casa. Así, se garantiza el derecho al techo de otra manera. Entonces, supongamos esto mismo, pero con tecnología y con nuevas tecnologías. Bueno, hay un montón de tecnologías, dado que somos humanidad, pero ahora hablando específicamente de estas digitales. Lo que ha hecho el sistema y el Estado es crear nichos de tecnología para nuestras lenguas. Puedes hacer una app de cuentos, pero nada más para la literatura. Para el sistema de salud no. Acceso a nuevas tecnologías para administración de justicia, olvídenlo. Para administración pública, tampoco. Se lo hace para ciertas cositas, para lavar la cara. A eso un amigo lingüista le llama, “glottowashing”, así como hay “pinkwashing”. Es decir, hacer como que si atendieran a la diversidad lingüística, pero en realidad no.
Activismo digital de lenguas indígenas: “era como un tequio, nada más digital”
Ante esa situación, se crea un proceso muy interesante que Tajëëw Díaz, una compañera mixe del colectivo, ha impulsado mucho, en el que también hemos participado, que se llama activismo digital de lenguas indígenas. Si por un lado los espacios digitales replican esta asimetría y esta injusticia, por el otro hay activistas que están tratando de ir contracorriente. Ha habido encuentros. El primer encuentro fue en 2014 y fue interesantísimo, además de darnos herramientas, la mayor parte de las personas que nos formaron eran también de pueblos indígenas. Eso es muy importante. Pero también hubo discusiones éticas. ¿Qué vamos a poner o no en la red?, por ejemplo, cuando tiene que ver con Internet. ¿Por qué lo vamos a hacer? ¿Con quiénes vamos a trabajar? Con qué códigos, etcétera. Si vamos a trabajar con Facebook y con Twitter y con Google, o no. No son decisiones fáciles. Fue muy interesante y ha generado todo un movimiento a nivel continental. La iniciativa Global Voices y Rising Voices tiene una línea de trabajo que se comenzó en ese año bastante interesante.
Por un lado, está el desarrollo de apps, sobre todo para enseñar lengua. Pero esas son apps que representan un gran esfuerzo, pero son muy limitadas, en el sentido de que no son cursos completos de lengua. No son como en Duolingo, sino que tienen palabras. En general, más que hablar la lengua, aprendes palabras. Así mismo, eso ha tenido un impacto en el imaginario, en la posibilidad de construir apps, de proteger lenguas con en ese cruce de tecnología y pueblos indígenas. En su momento sí, fue muy disruptivo, porque era como contestar el hecho de que a los pueblos indígenas siempre nos confinan al pasado.
Otras personas que encabezaron un movimiento que ahorita está un poco en stand by, pero ahí está, que es el Mozilla Nativo. Mozilla Nativo fue muy interesante porque fueron también personas que hablan lenguas indígenas las que estuvieron ahí, en contacto, y que crearon este proceso. Fueron espacios de formación, pero también de encuentro y de trabajo más técnico para localizar Firefox, no solo para computadora, sino también para celulares. Eso fue muy importante. Mucha gente, más que computadoras, va a tener celulares. Hay un montón de proyectos de localización, que sería como la traducción a lenguas locales. Hay muchos proyectos de localización de Firefox en lenguas indígenas, en guaraní, kaqchikel, mixteco, zapoteco, náhuatl, etcétera. Yo conocí a varios activistas, pude entrevistar a algunos.“Lo que nos gusta de las iniciativas como Mozilla es porque son de código abierto, entonces para nosotros ya fue muy natural”, decía Rodrigo Pérez, un gran activista digital, de los primeros. Decía “para mí fue muy natural trabajar con software libre, porque así lo hacemos en el pueblo. Era como un tequio, pero nada más en digital”. También hay iniciativas como la de Wikipedia, por ejemplo. Hay más de 10 mil artículos en la Wikipedia en náhuatl. En maya, hay más de 6000, y por ahí va. Es también muchísimo trabajo colaborativo.
También en esos espacios, aparte de discutir, nos dimos cuenta de cuáles eran los problemas. Problemas más lingüísticos o más técnicos, de muchos tipos. Pero también hay personas, y es respetable y hay que discutirlo, que trabajan con plataformas como Facebook, que sabemos que tiene varios problemas. Pero bueno, quién está fuera del capitalismo, ¿no? Que aviente la primera piedra. Pero sí, hay que discutirlo entre nosotros. Por ejemplo, esto es Facebook en kaqchikel. Puedes entrar y tener todo Facebook en kaqchikel, que además, a diferencia de Twitter, ha tenido un impacto bien interesante en pueblos indígenas. Por otro lado, esto afecta la neutralidad de la red, como ya sabemos, etcétera, etcétera. Todo tiene sus pros y contras, nada es sencillo.
Entonces, por un lado tenemos todo un desarrollo de apps, sobre todo para educación, pero ahí necesitamos mucha ayuda, en esta parte de transmisión lingüística y enseñanza de nuestras lenguas. Sí, es algo que yo personalmente necesito. Doy mis clases de mixe como segunda lengua y me gustaría tener un lugar donde las personas puedan ver las palabras en mixe, ver cómo se escriben y escucharlas también, hay un montón de cosas que necesitamos. Por otro lado, está todo esto de la colaboración de software libre e iniciativas como Wikipedia, como Mozilla Nativo, etcétera, o Linux. También ha habido colaboración desde nuestro colectivo con Linux, entonces como software libre más lenguas indígenas, lo que me parece muy padre. Pero también hay iniciativas como de Facebook o de Google que están tratando cada vez más de desarrollar cosas con lenguas indígenas, con todos los problemas que eso plantea.
En este escenario, ¿cómo podemos hablar de una soberanía tecnológica cuando no tenemos autonomía ni en nuestro territorio concreto? En tiempos del capitalismo tardío, lo veo complicado. La pregunta sería ¿es posible tener soberanía tecnológica sin desprenderse del sistema capitalista? Yo creo que no porque, todos los insumos para lo tecnológico, el wireless, la intranet, todo eso, sigue saliendo de estos territorios. Y hay mujeres todo el tiempo que tenemos que estar ahí, poniendo el cuerpo para sacar la minería, para que no te contamine el agua, etcétera. Yo lo veo complicado, pero claro, es un sueño como el sueño tequiológico. Pero mientras esto pasa, ¿cómo usar las herramientas tecnológicas? ¿Bajo qué ética, para ayudar en procesos de resistencia de los propios pueblos indígenas? Tipos de mapeos, por ejemplo. Sabemos que Femsa, que es una empresa, la que tiene Coca-Cola, tiene un mapeo de cuerpos de agua en México mucho más impresionante que el de la Conagua. Son cosas que nos vamos encontrando y conociendo. Pero entonces, ¿cómo hacemos para que esas herramientas tecnológicas ayuden a defendernos? Para mí la respuesta sería tequiologías múltiples. No hay una sola respuesta, sino hay muchas, en muchas tradiciones tecnológicas del mundo. No sólo hay una tecnología, no solo es la occidental, y no siempre es para el progreso. Muchas gracias.